jueves, 14 de septiembre de 2017

Cómo acabar con una educación aburrida

El coach español Ramón Barrera comparte sugerencias de cómo acabar con una educación aburrida y presenta objetivos que debemos perseguir para mejorarla.

El mundo ahora es otro, ha estado cambiando a un paso rápido. Es difícil entenderlo y de interpretarlo, es complejo. Muchos de nuestros sistemas han cambiado y evolucionado más allá de lo que pensábamos que era posible. Todo ha cambiado: la música, la moda, el cine, pero no el sistema educativo. La educación sigue siendo muy tradicional y nos aferramos a un sistema construido hace más de 300 años.
El formador, coach y comunicador de la provincia de Cádiz, Ramón Barrera nos comenta en su conferencia para TEDxSevilla,  que es muy complejo entender que la educación haya cambiado tan poco porque, para él, aprender es siempre cambiar. Él cree en la necesidad de “sorprendizaje”, una palabra que ha inventado. Para poder aprender hay que sorprenderse.
Para que haya un mejor futuro tiene que haber una mejor educación pero para poder admirar el futuro hay que tener perspectiva del pasado. ¿Por qué ha cambiado tan poco el sistema educativo?
De manera similar, Isabel Diez Uriarte, profesora e investigadora en el Instituto de Fomento e Investigación Educativa en México, en su articulo  “Las cinco claves para transformar la educación” en World Economic Forum comenta que: “La educación es algo tan complejo que muchas veces, no tenemos idea de por dónde empezar cuando queremos cambiar nuestra práctica de enseñanza, transformar una escuela y –ni siquiera se diga– darle un giro a todo un sistema educativo. Influyen tantos factores que parece imposible saber exactamente cuáles tienen un verdadero impacto y determinar a cuáles no darle tanta importancia. Sin embargo, los casos de éxito y la investigación nos confirman que esto es posible.”
Como sugiere Ramón, los docentes deben de compartir conocimientos, ya no enseñarlos. Las clases deben ser otras, en que todos los participantes puedan conectarse, entre clases, para un aprendizaje a través del debate.
Principalmente, los docentes deben negarse a aburrir a sus alumnos. Tienen que hablar menos, escuchar más y sobre todo, poder sorprender a los alumnos. La capacidad principal de aprender es sorprender. Dice que cuando hay sorpresa, hay curiosidad. Cuando hay curiosidad, hay deseo porque hay estimulo, voluntad de saber y por lo tanto hay acción.
Ramón cree también que el rol de un docente ahora debe ser de empujador, donante y agitador. El docente debe mover (hacer pensar), tiene que conmover (emocionar) y tiene que remover o provocar al estudiante. El docente debe despertar el deseo de observar a sus alumnos, que miren por todas partes y que tengan la ventaja de que puedan tener de pronto serendipia, el descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado.
Los docentes que se han llegado a preguntar, ¿qué pueden hacer como docentes para ayudar a sus alumnos a desarrollar las habilidades necesarias en un mundo tan cambiante?,¿qué acciones pueden adoptar para desarrollar esas habilidades desde la infancia y hasta que son adultos?, tienen como opción la formación en la Maestria en Educación, patrocinada por FUNIBER. La Maestría en Educación proporciona a los profesionales la posibilidad de completar o actualizar la formación, en una continua adquisición de competencias que les permita promover la mejora educativa por medio de la docencia en diferentes ámbitos y contextos.
Fuente: Sorprendizaje: Como acabar con una educación aburrida

Copiado de: https://blogs.funiber.org/formacion-profesorado/2017/09/14/acabar-con-educacion-aburrida 

miércoles, 4 de enero de 2012

Malos profesores o nuevos alumnos: ¿Será preciso renunciar a educar en la era de la cultura automática?

Boris-Pinto
ECONOMIA Y SOCIEDAD
Domingo, 18 de Diciembre de 2011 21:03 Publicado en razónpublica.com


Reflexiones en torno a un párrafo. El acceso casi universal a la información gracias a Internet – una verdadera noósfera – induce comportamientos cercanos a la pereza intelectual, como el plagio y la nueva dependencia de prótesis mentales, como el propio computador. ¿Será necesaria una ética cibernética para salvar la cultura…de la nimiedad? 




¿Analfabetas funcionales, pero profesionales?


En días pasados tuvo gran resonancia la carta de renuncia a su cátedra, hecha pública por Camilo Jiménez, colaborador de El Tiempo y de El Malpensante, Jefe de Redacción de la revista Soho, además de profesor de Comunicación Social de la Universidad Javeriana.
Para quienes trabajamos en educación no resultan extrañas las quejas de Jiménez sobre la difícil tarea a la que nos enfrentamos hoy en día, en medio del ascenso vertiginoso de las tecnologías de la información, los microblogs y las descargas virtuales.
La tesis central de Jiménez es la siguiente: la dificultad de los nativos digitales para acceder a la soledad, a la intimidad necesaria para la producción de pensamiento, para desplegar la curiosidad, simplemente para fijar su atención – en medio de una cultura donde la interconexión es la regla – les impide aprender. Estoy totalmente de acuerdo con dicha tesis.
Y de ella se derivan otras lecturas que explican la precariedad a la que nos enfrentamos en los ámbitos de formación universitaria, por lo menos en nuestro medio. Jiménez trabaja con estudiantes de Comunicación Social y Periodismo. ¿Qué podemos pedir los que enseñamos en carreras donde la palabra escrita no es central?
Un residente de cuarto año de cirugía general, en un hospital universitario en Bogotá, escribió así una orden para realizar una cirugía en uno de sus pacientes hospitalizados: “Retiro de maya”, para referirse al retiro de una malla quirúrgica. Maya, como la civilización mesoamericana precolombina. Maya, como la abejita de la serie animada japonesa, la amiga inseparable de Willi, el zángano.
Claro, a su paciente le importará mucho más que el cirujano sepa ponerla o quitarla, y no que sepa escribirla sin errores de ortografía. Pero a la academia sí debe preocuparle tamaña barbaridad. El que no puede escribir, ni aún lo que realiza profesionalmente de forma cotidiana, puede ser un hábil artesano, un técnico experimentado, un perito competente, pero no debería aspirar al estatus de científico ni a las prerrogativas de un doctor.
Por supuesto, no es el caso de todos. Hay alumnos y profesionales serios, esmerados y brillantes, que traen desde la educación básica fundamentos y consistencia. Pero no es la regla general.
Si aquellos que deben impulsar la generación de conocimiento, investigación y desarrollo no saben conjugar las acciones que realizan operativamente, ¿qué clase de desarrollo significativo podemos impulsar?
Estas aseveraciones pueden parecer la perorata de un humanista nostálgico. Quienes invocan el ocaso de “la cultura escrituraria”, encontrarán estas afirmaciones como endechas de un viejo humanista, celoso de las antiguas costumbres, del decoro y de la ortografía.
La epidemia del plagio
Sin embargo, creo que de aquí se derivan algunas consideraciones que merecen una revisión más profunda desde la academia: la costumbre generalizada del plagio, y la falacia de la información basura en internet.
Vamos más allá de la ortografía. El plagio es una costumbre endémica. No sólo en instancias de pregrado (cabe recordar el caso reciente de plagio en la tesis doctoral del ex - ministro de defensa alemán, Karl Theodor Zu Guttenberg).
Este último semestre, algunos profesores comprobamos problemas flagrantes de plagio, textos enteros trasplantados al trabajo final por estudiantes de cuatro especializaciones distintas y por estudiantes de maestría. Plagio, incluso, entre profesores universitarios que cursan estudios de posgrado.
Por supuesto, el plagio no es una consecuencia exclusiva del acceso universal a internet. Hay antecedentes de diversas formas de copia hechas a mano: Es clásica “la salvaje apropiación de textos ajenos” (como afirma Jerónimo Ledesma) que utilizó Mary Shelley para la confección de su Frankenstein o el moderno Prometeo, mediante relatos enmarcados a partir del poema “The Rime of the Ancient Mariner”, de Coleridge.
En cambio, no es tan conocida la grosera copia perpetrada por uno de nuestros ilustres poetas colombianos (cuyo nombre me reservo para salvaguardar, hasta donde se pueda, su memoria póstuma), quien en uno de sus poemarios duplica la obra cumbre del escritor griego Odiseas Elytis, Dignum Est, desde la estructura formal y la versificación, hasta frases textuales (la carretilla tumbada de costado, lejanos y sin pecado, suavemente los últimos copos de sueño se alzan…).
Pero el problema se ha hecho incontenible con el acceso a la galaxiaGoogle. Este es uno de los legados problemáticos de la cultura tecno-científica: las preguntas no se dirigen a la esencia de las cosas; la pregunta, frente al objeto, es: ¿para qué sirve? Hemos pasado, como afirma Wilhelm Grenzmann, de una estructura moral, a una estructuraautomática: Poco interesa la esencia o el valor de las cosas; lo que importa es que funcionen.
Prótesis mentales
Esta estructura automática, que reemplaza la estructura moral, explica el desparpajo para copiar a mansalva las ideas ajenas. El otro factor es el ascenso de una cultura dependiente de las prótesis. ¿A qué preocuparse por la ortografía si Word trae incorporado un corrector de texto, aún si es falible?
Es posible que no recordemos el número de teléfono de nuestra esposa, o de nuestros padres; al fin y al cabo, están almacenados en una prótesis al alcance del pulgar. Dejar el celular en la casa o perder temporalmente la conexión a internet pueden desatar una auténtica angustia existencial, activando una forma de discapacidad. ¿Por qué debería yo procesar ideas, si la máquina es un procesador de información?
La estructura automática, y la cultura protésica, se complementan con lo que Lewis Carroll denomina en uno de sus escritos, la falacia del campanero: una mentira, repetida mil veces, termina convirtiéndose en una verdad de a puño.
En uno de mis cursos propongo la siguiente pregunta para que sea contestada en la clase siguiente: ¿por qué estaba loco el Sombrerero Loco, el personaje de Alicia en el País de las Maravillas? A la sesión siguiente, sistemáticamente la respuesta general es la respuesta que ofrece Wikipedia y la infinita colección de copias multiplicadas en la galaxia Google: que Lewis Carroll se inspiró en el síndrome del “sombrerero loco”, un síndrome frecuente entre fabricantes de sombreros en el siglo XIX, quienes utilizaban mercurio para tratar el fieltro de sus sombreros y sufrían los síntomas neurológicos de dicho síndrome. Por ello, dicen, Johnny Depp lleva el cabello naranja, en la reciente versión para cine de Tim Burton. Nada más alejado de la verdad. Pero el oráculo de Google lo repite millones de veces.
Buscando tesoros
¿Deberíamos retraernos de las redes sociales, de las herramientas informáticas, de la galaxia Google? Nada más utópico. Una vez alcanzado algún nivel de confort tecnológico, difícilmente queremos regresar a etapas superadas. La evolución tecnológica hace parte de nuestra naturaleza humana, y no es una empresa fácil intentar sustraerse a la evolución cultural.
Le corresponde a las instituciones educativas, y a nosotros, los educadores, la inaplazable tarea de promover, demandar y exigir la minuciosidad en la búsqueda de información y en la producción de conocimiento significativo.
En medio de la cultura de la nimiedad, nos corresponde a los catedráticos la demanda por una forma de rigor y de excelencia, que no es simplemente técnica; es una demanda ética que empieza por la reivindicación de la estructura moral desde la academia. Y esta es la prerrogativa de los fuertes: en cuanto abunda la basura, la búsqueda de tesoros demanda virtud.
* Profesor de Bioética en la Fundación Universitaria Sánitas. Médico, magister en Bioética, profesor universitario de Bioética, miembro del Comité de Ética Institucional de la Investigación Universidad el Bosque. Colaborador de la Revista Alarife Universidad Piloto de Colombia, Revista de la Universidad el Rosario, Revista Agricultura de las Américas.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Ecopetrol: se acaba la bonanza de sus acciones





ECONOMIA Y SOCIEDAD BY RAZON PUBLICA
Lunes, 01 de Agosto de 2011 01:11

Ante la avalancha de propaganda para vender acciones del gigante petrolero, pocas voces se oyen para advertir de los riesgos de comprar una acción seriamente sobrevalorada. Este análisis riguroso le puede ahorrar plata y más de un dolor de cabeza.

Acción sobrevalorada
Comprar acciones de Ecopetrol a 3.700 pesos representa hoy un riesgo que no debería asumir un colombiano del común. Solo deberían hacerlo aquellos actores del mercado acostumbrados a hacer este tipo de apuestas compatibles con una estrategia algo audaz de gestión de portafolios financieros y que disponen de algún capital de riesgo.
Hace 4 años, cuando se hizo la venta del primer 10%, era evidente que la inversión representaba una gran oportunidad porque el precio de la acción ($1400) estaba muy por debajo del valor real de $2200, precio que logró en bolsa sólo tres meses después de vendidas. Las acciones se vendieron como pan caliente, sin mucho esfuerzo publicitario por parte de la empresa. Hoy la situación es contraria, pues es claro que la acción de Ecopetrol está sobrevalorada y la tendencia a la baja que trae desde noviembre pasado se mantendrá hasta que llegue a su precio real: oscila entre los 2500 y 2800 pesos. La misma empresa es pesimista al sacar solamente el 2% a la venta, emprendiendo una campaña publicitaria agresiva y costosa.
Un factor que haría subir su precio sería, por ejemplo, que la empresa logre hacer un nuevo descubrimiento de hidrocarburos con reservas significativas, lo que es poco probable en Colombia por las condiciones geológicas, y menos aún si no se hacen grandes inversiones en exploración.
Otra variable que haría subir el precio de la acción será un aumento sostenible en el precio internacional del petróleo, sobre los 100 dólares el barril, lo cual tiene una probabilidad mayor que la de hacer un nuevo descubrimiento, pero no tan alta como para arriesgarse, pues el precio del petróleo en esta coyuntura está más inclinado a la baja que al alza, a raíz de los nuevos grandes descubrimientos de petróleo convencional en Irán, Brasil y Angola, y no convencional (esquistos, arcillas y otras rocas compactas) en Australia, Canadá, Polonia, Francia, Ucrania, Rusia, Argentina, África del Norte y Oriente Medio, que están cambiando el panorama petrolero mundial hacia un disparo posible en las reservas.
Igualmente, otras razones para impulsar la baja en el precio internacional son:
  • la liberación de cuotas en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la división de sus miembros, donde Arabia defiende el aumento en la producción;
  • la liberación de las reservas estratégicas de los países miembros de la Agencia Internacional de Energía (AIE);
  • la disminución en la demanda de petróleo en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE);
  • la enfermedad de Chávez, que lo puede llevar fuera del escenario donde éste pregona por los altos precios.
A continuación, paso a analizar las variables prospectivas más importantes que deben ser evaluadas y tenidas en cuenta antes de tomar la riesgosa decisión de comprar acciones de Ecopetrol.
Reservas en caída y hallazgos que no alcanzan
El futuro del Grupo Empresarial Ecopetrol S.A. debe ser analizado bajo el parámetro más importante e incierto, sobre el cual se valoriza verdaderamente una empresa petrolera: sus reservas probadas de hidrocarburos (petróleo y gas).
De los 1.714 millones de barriles equivalentes (BE), que reporta la empresa en sus estados financieros a diciembre 31 de 2010, 1.200 millones de barriles corresponden a petróleo líquido, que constituyen reservas para 5 años a la tasa de producción actual, pues ya ha producido 120 millones de barriles en lo corrido del año.
Las reservas probadas de petróleo que Colombia tenía hace 10 años (2.300 millones de barriles) fueron efectivamente extraídas durante este mismo periodo, a un promedio de 630 mil barriles diarios.
Así pues estos 1.200 millones de barriles son reservas agregadas en los últimos años, que se discriminan de la siguiente forma: · 660 millones corresponden al desarrollo de campos de petróleo pesado, · 340 millones a la reevaluación de reservas por la adopción de nuevas tecnologías en los campos maduros (perforación de pozos intermedios para disminuir el área de drenaje y el aporte de proyectos de recobro mejorado), buscando elevar el factor de recobro promedio (porcentaje extraído de los yacimientos) del 20 al 30 por ciento; · 160 millones corresponden a campos comprados y a los aportes por extensión del tamaño de otros campos maduros existentes; · 40 millones corresponden realmente a descubrimientos por exploración en nuevas áreas, tanto de sus bloques en Colombia como en el exterior.
O sea que reservas nuevas, verdaderamente nuevas, prácticamente no existen debido a la baja inversión en exploración, pues a esta actividad Ecopetrol destina muy escasos recursos.
Por ejemplo, el año anterior solamente se destinó a esta actividad estratégica el 3,74 por ciento de lo invertido. Es decir, se invirtieron en exploración 258,4 millones de dólares, de los 6.900 millones invertidos por la empresa en su totalidad.
Sin embargo, se había presupuestado invertir 951 millones de dólares en exploración (el 13 por ciento del presupuesto – que sigue siendo bajo); lo cual indica una eficiencia en la gestión exploratoria planeada de sólo el 27 por ciento y explica los pobres resultados en adición de reservas por nuevos descubrimientos.
Dice el adagio popular: “el que no busca, no encuentra”.
De otro lado, los descubrimientos por campo de Ecopetrol y sus asociados durante los últimos 10 años, poseen reservas originales probadas (OOIP) inferiores a 5 millones de barriles, lo cual indica que no aportan mucho a la reposición de las reservas que se gastan con el nivel actual de producción (950.000 barriles por día), ya que el factor de recobro promedio en Colombia es del 20 por ciento.
Esto significa que cada descubrimiento realmente le agrega a las reservas del país algo menos de un millón de barriles, lo mismo que se extrae por día. Aunque últimamente se anuncia un descubrimiento mensual, debería descubrirse un campo diario de este tamaño en promedio, para no dejar caer las reservas.
Ecopetrol y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) afirman que en Colombia actualmente se tiene una probabilidad de éxito en la exploración petrolera del 36 por ciento. Pero, según las estadísticas de Ecopetrol, en Colombia existen 304 campos, de los cuales 8 fueron descubiertos con reservas originales de petróleo (OOIP) superiores a 1.000 millones de barriles (2,6 por ciento), 11 entre 500 y 1.000 millones (3,6 por ciento), 35 entre 100 y 500 millones (11,5 por ciento), y 250 campos con menos de 100 millones de barriles de petróleo (82,3 por ciento).
O sea que para descubrir un yacimiento con reservas superiores a 500 millones de barriles originales - es decir algo que realmente contribuya a reconstituir las reservas colombianas- se tiene una probabilidad de 2,23 por ciento solamente [1].
Se está llegando al tope en producción
El 90 por ciento de la producción colombiana actual, de unos 950 mil barriles por día -BPD- proviene de campos que fueron descubiertos hace más de 20 años, y el aumento en la producción en los últimos cinco años obedece a la producción incremental de estos campos y al desarrollo de campos marginales y campos de crudo pesado, lo cual no hubiera sido posible si el precio del petróleo no estuviera sobre los 50 dólares el barril [2].
La producción incremental de campos maduros como La Cira-Infantas, Casabe, Lisama, Nutria, Llanito, entre otros, está llegando a su tope; los demás campos importantes como Cusiana, Cupiagua y Caño Limón, otrora responsables del 75 por ciento de la producción del país, están en declinación desde hace más de 10 años.
Estos datos indican que la producción del país y obviamente la de Ecopetrol llegará al final de este año a su punto máximo (cerca al millón de barriles diarios), para luego empezar a disminuir aceleradamente, pudiendo pronosticarse que para 2015 produciremos escasamente para cubrir la demanda interna, a no ser que de aquí a allá ocurra un gran descubrimiento, del tipo de Cusiana o Caño Limón.
Hagamos cuentas
Si usted compró acciones de Ecopetrol el 27 de agosto de 2007, fecha de su emisión, de contado, con un descuento del 5 por ciento, pagó 1.330 pesos por cada una de ellas. En 2008 recibió dividendos por 115 pesos por acción, en 2009 recibió 220 pesos por acción, en 2010 recibió 91 pesos por acción y este año ya le han consignado otros 97 pesos por acción.
  • Si mañana decide vender la acción en 3.800 pesos, usando el método de los contadores para calcular la rentabilidad, usted habrá obtenido de 225 por ciento en el periodo de 47 meses (3,9 años), o sea 58 por ciento anual.
  • Pero si aplicamos matemáticas financieras, teniendo en cuenta las fechas de los desembolsos de los dividendos y el valor del dinero en el tiempo, la rentabilidad real obtenida es solo del 2,8 por ciento mensual, o sea 40 por ciento efectivo anual (EA).
  • Si hubiera vendido el 9 de noviembre de 2010, cuando la acción tuvo su máximo valor (4.660 pesos), habría obtenido una rentabilidad del 3,77 por ciento mensual, o sea 56 por ciento EA.
  • Como puede ver, si la acción sigue bajando, la rentabilidad también. Si compró después del 2 de noviembre de 2007, cuando la acción superó los 2.200 pesos, y vende mañana, su rentabilidad será inferior al 20 por ciento E.A.
  • Si compra mañana a 3,800 pesos la acción y la tendencia a la baja sigue... perderá dinero.
  • Pero si asumimos una inversión a largo plazo y que la acción se mantiene en el valor actual o ajustada por inflación, al igual que las utilidades del año pasado (precios del petróleo sobre 90 dólares el barril, precios de la gasolina a nivel internacional, al igual que los demás derivados que vende Ecopetrol y la producción de Ecopetrol sobre los 750.000 barriles por día), lo único que recibirá a favor será los dividendos de 145 por acción.
Lo que en términos de rentabilidad equivale al 3,8 por ciento efectivo anual: o sea, igual a invertir en un CDT que es menos riesgoso, y demorándose 26 años aproximadamente en recuperar su inversión.
Si se revisan los Estados Financieros, el patrimonio contable de los accionistas (activos menos pasivos) a 31 de diciembre de 2010 es de 41.5 billones de pesos; el cual, dividido en 40.472'512.588 acciones, nos indica que a cada acción le corresponden 1.025 pesos de patrimonio.
Ese es el valor contable en libros de la acción. Si se tienen en cuenta los 72,6 billones de pesos, valor por el cual están contabilizadas las reservas (que figuran como notas de orden por ser un derecho de explotación, pues las reservas realmente pertenecen al Estado colombiano, no a Ecopetrol), y lo sumamos al patrimonio contable de los accionistas, nos da un total de 114,1 billones de pesos, que equivalen a un valor por acción de 2.819 pesos.
Efectivamente, como lo señalé al inicio de estas líneas, la acción está sobrevalorada, lo cual explica su tendencia a la baja desde noviembre de 2010.
La tendencia a la baja de la acción se mantendrá hasta que llegue a su valor real cercano a los 2.500 pesos, teniendo en cuenta que los derechos de exploración y producción de las reservas hoy ya valen menos de 60 billones de pesos, o sea 12,6 billones de pesos menos que lo reportado en los Estados Financieros a 31 de diciembre del año pasado.
Esto se debe a que de los 1.714 millones de barriles equivalentes de reservas, la compañía ya produjo más de 120 millones en lo corrido del año y a que el dólar se cotiza por debajo de 1.800 y no a 2000 como se proyectaba para este año.
O sea que si el dólar y el precio internacional del petróleo siguen bajando, el valor de las reservas hidrocarburíferas de Ecopetrol también y de paso el valor de la acción.
Otros riesgos tributarios y legales
Algunos cambios de tipo legal originados en el ejecutivo o como resultado de procesos jurídicos, pueden influir considerablemente en las utilidades futuras de la empresa y por ende en el valor de su acción.
En primer lugar, deben tenerse en cuenta los recientes cambios introducidos por el gobierno en materia impositiva: · la eliminación de las exenciones del 30 por ciento sobre el impuesto a la renta que tenían las empresas del sector minero-energético por la inversión en activos fijos; · la extensión del impuesto al patrimonio y la sobre tasa en el mismo; · la estandarización del IVA en el 16 por ciento en el sector minero-petrolero (algunos bienes y servicios no pagaban y en otros era de sólo el 6 por ciento); · el aumento de la contraprestación que recibe la Agencia Nacional de Hidrocarburos cuando los precios del crudo superan los 30 dólares, que incluye la extensión de los contratos de gas de la Guajira y de petróleo de Caño Limón.
Al aumentar la participación accionaria privada en Ecopetrol con la venta de otro 9,9 por ciento, el gobierno probablemente realice otros cambios en su régimen legal.
Por ejemplo, el correspondiente a la administración del patrimonio autónomo de la empresa (fondo pensional), cuyo superávit posiblemente irá al pago de otras obligaciones pensionales a cargo del Estado. Ecopetrol también podría dejar de recibir los 600 mil millones de pesos anuales por rendimientos financieros de este fondo [3].
Otro litigio que llevaría a Ecopetrol a tener menores utilidades en el futuro, si llegaran a fallarse en su contra, es el que tiene que ver con la fórmula que fija el precio de los combustibles [4].
La gasolina obtenida a partir de la refinación del petróleo correspondiente a las regalías (43 por ciento del petróleo refinado) y comprado por Ecopetrol, está por fuera del precio del mercado internacional y tiene una destinación obligatoria y específica, que es producir gasolina para consumo interno, sin subsidios ni costo de oportunidad para el productor, y no debe estar sometida a la ley de la oferta y la demanda internacional como lo está haciendo actualmente el gobierno para establecer el precio de los combustibles.
El aumento privado en la participación accionaria posiblemente llevará al gobierno o a los jueces a exigir contabilidades separadas, pues el 48 por ciento de la producción de hidrocarburos que Ecopetrol incluye actualmente en sus Estados Financieros proviene de los antiguos contratos de asociación, producción que por contrato es propiedad de la Nación y no de Ecopetrol [5]. En fin, si insiste en comprar acciones de Ecopetrol S.A., definitivamente usted manifiesta una mórbida propensión al riesgo o es un corredor de bolsa.
*Ingeniero de Petróleos, especialista en Gerencia de Hidrocarburos, candidato a Magister en Hidrocarburos, profesor en la Universidad Industrial de Santander (UIS). Director del Centro de Altos Estudios Minero-energéticos, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB).

lunes, 25 de julio de 2011

GEOGRAFIA Y ESTADO

POLITICA Y GOBIERNO 
Tomado de RAZONPUBLICA.COM 
Domingo, 24 de Julio de 2011 22:13
constitucion-1
El Estado no ha podido controlar todo el territorio, y este es el problema fundamental de Colombia. Este lúcido texto examina las raíces y las consecuencias del abandono histórico de la periferia, el intento de la Constitución del 91 para construir Estado en esas regiones y la necesidad de fortalecer en serio sus municipios.
 

Más geografía que Estado
El Estado colombiano siempre ha tenido grandes problemas para imponerse en el territorio ubicado dentro de sus fronteras. A mediados del siglo XIX, Agustín Codazzi decía que el 75 por ciento del territorio estaba compuesto por baldíos de la Nación[1]. Por la misma época, Salvador Camacho, en sus Notas de Viaje estimaba que el Estado controlaba menos de la cuarta parte del territorio nacional[2].
¿Cuánto ha avanzado el Estado en la conquista de esos territorios? Mucho, desde luego; pero no lo suficiente. Nadie duda de que hoy en día una buena porción del territorio colombiano continua siendo una frontera abierta y no controlada institucionalmente. El ex vicepresidente Gustavo Bell lo dijo con claridad hace algunos años, cuando sostuvo que “Colombia tiene más geografía que Estado”[3].
El desfase entre geografía e instituciones trae consecuencias dramáticas para la seguridad y la protección de los derechos de las personas; consecuencias que, por lo demás, han marcado la vida política del país en la última década, como resultado de la ofensiva del Estado contra la guerrilla.
De otra parte, en Colombia existen aproximadamente 162 mil policías; solo 7 mil de ellos están dedicados a vigilar las zonas rurales. El campo no solo está desprotegido por la Policía, sino también por el derecho: de los 6 millones de hectáreas abandonadas por motivo del conflicto armado en las últimas dos décadas, se calcula que solo el 20 por ciento tiene títulos formales de propiedad.
Desdén por la periferia
El menosprecio de los colombianos por la periferia tiene muchas causas; entre ellas está lo accidentado de nuestra geografìa, el hecho de no haber tenido nunca una revolución social (como en México, por ejemplo), ni siquiera una reforma agraria, la dependencia respecto del café, entre otras.
Pero hay por lo menos dos causas culturales e históricas de largo aliento:
En primer lugar, la relación que los colombianos tenemos con el espacio geográfico está todavía anclada en una larga tradición señorial y feudal impuesta por los españoles durante la colonia. Esa tradición implicaba varias cosas:
  • una fuerte asociación entre propiedad de la tierra y prestigio social (para los españoles la posesión de tierras era una señal del honor, no una fuente de riqueza agrícola, como ocurrió en las colonias británicas);
  • una preferencia por la explotación de tipo extractivo de las riquezas, y
  • una visión del gobierno local basada en la delegación en cabeza de los notables del lugar (el conquistador español no se detenía en los territorios a los que llegaba sino que delegaba su poder en los notables locales y seguía su curso en busca de nuevas riquezas).
En segundo lugar, la manera como los colombianos vemos el espacio rural también tiene sus raíces en una vieja tradición europea (una vez más reproducida y acentuada en América) que opone la ciudad, civilizada y desarrollada, a las tierras rurales, salvajes, pobres y malignas.
Francisco José de Caldas (igual que, posteriormente, José María Samper y Luís López de Mesa) sostenía que el carácter de la gente estaba determinado por las condiciones atmosféricas del sitio en donde vivía y que solo en las laderas de las montañas, entre los nevados y las selvas, prosperaban la cultura y la modernidad. Estas ideas no se quedaron en el siglo XIX. Todavía se recuerdan las palabras de Laureano Gómez cuando dijo que esta parte del mundo, en donde faltan las estaciones tanto como los grandes hombres, nada grande ha producido. No es de extrañar además que, como lo explica Alfonso Múnera, tales ideas hayan influido sobre la construcción de una identidad nacional fundada en valores andinos, localizados en Bogotá, Medellín y Cali, en la cual siempre se vio con recelo lo que sucedía en las tierras bajas y cálidas de la periferia[4].
Territorialidad de la ley
De otra parte, la marginalidad cultural de la periferia fue refrendada por las ficciones del derecho sobre el territorio. Los Estados europeos se crearon cuando lograron cerrar sus fronteras y, de esta manera, impidieron que los delincuentes las cruzaran a su antojo; así se consiguió una cierta coincidencia entre derecho y geografía. Esta coincidencia se expresa en el célebre principio jurídico de la territorialidad de la ley, según el cual el derecho se aplica a todo el territorio nacional, sin distinciones de grado, intensidad o geografía. La ley es como la luz de una lámpara que se esparce de manera homogénea sobre la superficie del territorio nacional, igual en el centro que en su periferia. La idea de territorialidad de la ley está íntimamente conectada con la de soberanía. El poder soberano, expresado a través de la ley, se ejerce sobre todos los rincones del territorio nacional sin distinción alguna.
El problema es que estas ideas (válidas en el contexto europeo) no tenían una correspondencia fáctica en América Latina; son ficciones. La territorialidad de la ley tiene un carácter más simbólico que real y más político que instrumental. La ficción de la territorialidad de la ley, en unión con la delegación del poder político, hicieron de Colombia un país supuestamente soberano, pero realmente concebido y manejado desde las laderas de los Andes y con una capacidad muy limitada para imponer orden, seguridad y derechos en todo el territorio nacional.
Periferia abandonada
A continuación se presentan algunos mapas que muestran cómo, a pesar de los avances logrados, la situación de abandono de la periferia sigue más o menos igual a como era hace un siglo.
El siguiente mapa, elaborado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi sobre la base de datos del Departamento Nacional de Planeación, muestra el índice de desempeño integral de los municipios para el año 2007.
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Como puede verse, los municipios con mejor desempeño institucional se encuentran en el centro del país, principalmente en las zonas andinas. Los municipios con altos ingresos de regalías también han mejorado su desempeño, pero no tanto por la mejora en la cobertura de servicios públicos, sino por algunos indicadores fiscales (justamente gracias a las abundantes regalías).
Mapas muy parecidos a este se obtienen cuando se presentan datos sobre desplazamiento forzado, mortalidad infantil, cultivos ilícitos, dependencia de las transferencias del nivel central, entre otros.
A continuación presentamos un mapa que muestra las salidas del sistema penal (sentencias, preacuerdos, etc.) por cada 100.000 habitantes. La tendencia es la misma: es en el centro en donde el sistema de justicia tiene mayor presencia.
01-garcia-02 
Colombia casi siempre ha tenido gobernantes andinos, que poco se han preocupado por llevar el Estado a las planicies y a las selvas tropicales. Las élites capitalinas se han limitado a delegar el poder del Estado en los párrocos y los notables locales, primero, y en los políticos y en los terratenientes, después.
Proyecto del 91
Todo esto funcionó más o menos bien hasta hace unos 25 años, cuando la gran riqueza del país empezó a cambiar de geografía y fue pasando de las laderas de las cordilleras, en donde se siembra café y otros productos agrícolas, a las tierras bajas, selváticas y costeras, en donde se cultiva coca, se extrae petróleo y se explotan minas de oro y carbón.
Los constituyentes de 1991 quisieron institucionalizar la periferia del país y lo hicieron fortaleciendo al municipio, creando una descentralización vigorosa y unos mecanismos de participación ciudadana amplios, todo ello bajo la ilusión de que la democracia y la participación popular traerían consigo la fortaleza institucional.
Eso ocurrió en algunas ciudades como Bogotá y Medellín, pero en buena parte de la periferia sucedió justo lo contrario: con la llegada de las nuevas riquezas a las tierras bajas, actores armados de todo tipo aprovecharon la ocasión para apoderarse de las instituciones municipales y desviar los recursos públicos hacia sus propias arcas.
En materia fiscal y administrativa los resultados de la descentralización también han sido dispares: los municipios periféricos tienden a ser más dependientes de las transferencias del Sistema General de Participación (SGP) y los logros en cobertura se han caracterizado por una convergencia cuantitativa -las tasas de salud y educación han aumentado considerablemente- pero no cualitativa -las diferencias en la calidad de la prestación de esos servicios son muy grandes-.
Municipios fuertes para la periferia
¿Cómo salir de esa combinación explosiva entre municipios débiles, por un lado, y una organización territorial descentralizada, por el otro, en municipios dominados por poderes ilegales, en donde llega el dinero a chorros?
Hace veinte años la Constitución de 1991 tenía el propósito de institucionalizar la periferia a través del fortalecimiento de la participación democrática local. Hoy sabemos que eso es necesario pero no es suficiente; por eso, para responder a la pregunta anterior, creemos que ante todo hay que crear las condiciones institucionales necesarias (seguridad ciudadana, justicia, vigilancia de organismos de control, supremacía del Estado sobre las demás fuerzas locales, etc.) para que la descentralización, plasmada en la Constitución del 91, sea una realidad y prospere.
Si se tiene en cuenta que los grandes problemas que afronta el país -narcotráfico, violencia e inequidad social- están fuertemente vinculados con la distribución del espacio territorial, parece evidente que la solución a estos problemas depende, en buena medida, de que, en las zonas bajas y cálidas del país, exista un poder municipal fuerte, legal y democrático al mismo tiempo. Mientras tengamos más geografía que Constitución, parafraseando lo dicho por Gustavo Bell, será muy difícil resolver esos problemas.
[1] Citado por Serje, Margarita. 2005. El Revés de la Nación. Territorios salvajes, fronteras y tierras de nadie. Bogotá: Uniandes, p. 172. Véase igualmente Legrand, Catherine. 1988. Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
[2] Camacho Roldán, Salvador. 1890. Notas de viaje. Bogotá: Librería colombiana.
[3] Según información de la AFP 10-05-02. En sentido similar el Coronel Bahamón Dussán sostenía que en nuestro país no se ha ajustado lo político a lo geográfico, lo cual ha impedido el desarrollo nacional: “El territorio es más grande que la Nación y la Nación es más grande que su gobierno” Bahamón Dussán, Augusto. 1989. Colombia Geografía y Destino. Bogotá: Imprenta y publicaciones de las Fuerzas Armadas, citado por Serje, Op. Cit., p. 105.
[4] Múnera, Alfonso. 1996. “El Caribe colombiano en la república andina: identidad y autonomía política en el siglo XIX” en Boletín cultural y bibliográfico, vol. 33, no. 1. Bogotá: Banco de la República.

viernes, 17 de junio de 2011

Niña Blanca, Niña Negra

Tomado de www.razonpublica.com

ECONOMIA Y SOCIEDAD
Domingo, 12 de Junio de 2011 21:56

En el Año Internacional de los Afro-descendientes, una crónica desgarradora de dos vidas y de lo que dicen estas vidas sobre el país que hemos sido y el país que seremos.

Negra verdad
Un sabio dicho entre adultos reza: “los niños y los borrachos no se callan la verdad”. Pues bien, me he tropezado por estos días con la prueba fehaciente de que tal expresión está hoy más que nunca vigente: una niña contando una incómoda verdad.


En una de tantas conversaciones que aprovecho para indagar por la percepción de realidad de niños y niñas -solo para reafirmarme en que ellos están mejor ubicados en el tiempo y el espacio que los propios adultos- me encontré con la hija de una amiga cercana, Juanita* [1], una niña vivaz de esas que siempre tienen algo que decir para sorprender y “entretener” a los adultos.
Apenas me vio llegar, me recibió emocionada con una noticia:
“-¡Hay una niña negra en mi casa!”.
Tratando de ponerme a la altura de tal afirmación, le respondí:
- “¡Ah, qué bueno, tienes una nueva amiguita!” y mostré interés en su entusiasmo invitándola a continuar con su historia, ansiosa por saber para dónde iba.
Lo que sobrevino fue nada más y nada menos que el pasado, el presente y el futuro de nuestra sociedad, transcrito en el mundo de una niña de 9 años.
Juanita continuó diciendo:
- “Pues, qué te dijera: no es mi amiga, hay muchas cosas de ella que no me gustan”.
Acto seguido se despachó con una lista punto por punto de todas las cosas que no le gustaban de esta “niña negra”, que iban desde su manera de hablar hasta la de comer, para finalmente decir que lo más molesto era que “lloraba por todo”.  
- ¿Cómo así que por todo? Dame un ejemplo”, le pedí.  
Y me respondió con un dejo de enojo:
-“Llora todo el tiempo, porque no quiere ser negra”.  
María [2]* llora porque no quiere ser negra. Pero, “¿Quién es María?”, me pregunté.
La historia de Teresa
De la bolsa de los lugares comunes que visito a diario en este tema, salieron poco a poco todas las razones. María es la hija de Teresa [3], a quien sus empleadores llaman “Nanny”. Una mujer negra en sus veintitantos, quien hace más de 6 años dejó sus hijos (María y Juan [4]) al cuidado de sus abuelos en su natal Corozal, para viajar a la fría Bogotá a cuidar a los hijos de otros (Juanita y Pedro [5]).
Luego de años de ausencia forzada, un mal día llamaron a Teresa para contarle que su hija había sido víctima de abuso sexual (me enteré hace unos meses por mi amiga). Teresa viajó inmediatamente, llena de tristeza y de culpa por no haber estado allí, por haber tenido que escoger entre la supervivencia y el cuidado de sus hijos. Después de un par de meses, decidió quedarse permanentemente al lado de María y de Juan, tras enfrentar la impotencia de no haber podido denunciar al atacante de María, alguien cercano al entorno social de la niña.
Bueno, lo de la denuncia es otra historia (¿o la misma?): cuándo Teresa fue a instaurarla, el “funcionario” le sugirió no hacerlo, puesto que el ICBF podría quitarle la custodia alegando abandono, ya que ella había estado ausente por largos períodos. Seamos honestos: ¿Teresa; mujer, mujer negra, mujer negra, pobre y madre soltera, contra el sistema? Nada que hacer: pelea de tigre con burro amarrado.
En fin, la realidad le gana al deseo. Teresa se vio sin trabajo, sin dinero y señalada por una sociedad que la culpaba de la desgracia de su hija. Ante esto se vio obligada a regresar a Bogotá, esta vez con María. Atrás quedó Juan, pues en una situación de éstas, siempre hay decisiones por tomar y sacrificios por hacer.
He ahí la historia de por qué llora tanto María. María llora y llora porque al llegar a Bogotá se ha estrellado de frente con una realidad que no le gusta y que para ella empieza a relacionarse con la marcada diferencia entre “niña blanca” y “niña negra”.
La mirada del otro
La brecha sociocultural que separa a Corozal de Bogotá (empezando con el hecho de que en Corozal la gente sonríe y saluda), se exacerba cuando se le añade la vida de Juanita, para quien Teresa reserva todas las atenciones propias de una madre como parte de su contrato.
Entretanto, la pequeña María, extraña entre extraños, asimila la información. Se inicia el proceso de construcción de la negritud identitaria de María, marcado desde ya por la negación del ser negra, por la baja autoestima y por la perpetuación del estereotipo racial.
En paralelo, se va construyendo la “blancura social” de Juanita. Se elabora su percepción del otro, de sus diferencias, de sus anhelos y de cómo se supone que debe desarrollarse esa relación entre “los otros” y ella.
Sí, hay una niña negra en la casa de Juanita. Eso le causa confusión, porque no la hay en su colegio, ni en su barrio, ni en su edificio, ni en el centro comercial, ni en los bancos, ni en Mac Donald’s, donde se supone que convergen niños y niñas “como ella”.
La invalidación llega a tal punto que Juanita cree que María se ha “venido a vivir a Colombia”. Estoy ciento por ciento segura de que Juanita sabe que Colombia es nuestro país, pero debo entender que para ella María representa una otredad no solo desconocida, sino completamente foránea.  
Colombia desigual
María y Juanita son las dos caras de un escenario desalentador para el futuro. Ambas, desde sus futuros predecibles, podrían tristemente ser quienes en representación de nuestra siguiente generación reproduzcan todo aquello que está mal en la estructura del Estado-Nación: El mito de la democracia racial, la subvaloración de la diversidad humana y cultural, la negación soterrada de la discriminación y por supuesto, los factores socio-económicos que perpetúan la desigualdad entre blanco-mestizos y negros.
Es obvio que a ninguna de las dos se le puede culpar por pensar lo que piensan y sentir lo que sienten. Arrastramos esta historia a lo largo de tantos siglos que no será fácil borrar de nuestro imaginario el signo trágico de la diferencia racial y lo que ésta implica.
El Año Internacional de los Afrodescendientes ha entrado con fuerza, tras la promulgación oficial por parte de Naciones Unidas. Se siente en el ambiente un énfasis mediático y público, en tonos más fuertes, de lo que implica ser negro y descendiente de África en la contemporaneidad y desde la diáspora.
No puedo negar que me emociono cuando abro un periódico de circulación nacional y veo hablar de “afro descendientes” y “afrocolombianos” a página entera. Me emociona igualmente leer los debates planteados por reconocidos intelectuales colombianos que se oponen a las acciones afirmativas, cuestionando si se deben o no reconocer derechos diferenciados a aquellos excluidos históricamente, hasta del lenguaje.
Difiero por supuesto, pero me emociono con el solo hecho de que este tema ocupe sus prestigiosas columnas y alienten discusiones serias. Ni qué decir de campañas de medios masivos apoyadas por agencias como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del anuncio de programas de cooperación con muchos ceros, enteramente dedicados a grupos étnicos afrocolombianos e indígenas. Por mencionar solo algunos ejemplos.
Preguntas sin respuesta
Todo esto está muy bien, porque sin importar qué tan acertado o desacertado sea, nos está obligando a pensar, expresar y conceptuar lo que hemos callado por años. Pero, mientras nos ponemos de acuerdo, nos organizamos y damos las grandes peleas que habrá que dar para cambiar un sistema que parece sentirse cómodo en su mentira, me pregunto:  
  • ¿Qué pasará con Juanita y María?
  • ¿Quién les enseñará lo que se debate en los foros de alto nivel?
  • ¿Quién les contará que ni la blancura de Juanita la hace mejor, ni la negrura de María la hace menos?
  • ¿Quién les enseñará lo que resume la Declaración del Año Internacional?
  • ¿O lo que guardan las memorias de los seminarios de la cooperación y los encuentros de intelectuales?
  • ¿Quién le dirá a Juanita que María sí vive en Colombia?
Me atrevo a decir que nadie. Ni sus madres lo harán, ni sus abuelos, ni sus maestras, ni Discovery Kids, ni Hannah Montana. ¿Roles heredados, sin remedio?
Me temo lo peor. Me temo que Juanita de grande buscará también una niñera negra vestida de impecable blanco (¿como enfermera?) para que cuide sus retoños. Me temo que María traerá al mundo hijos de su exclusión, de su negación de sí misma, de su asimilación, que es casi resignación frente a una realidad que para ella podría estar escrita así, sin derecho a cambio ni réplica. Cada una desde su esquina, cumpliendo roles heredados.
Me temo que aún no estamos listos para responder con la responsabilidad que nos compete como adultos desde nuestras orillas, a los cuestionamientos existenciales de Juanita y María, ciudadanas en formación…
* Consultora para el desarrollo local y la creación de políticas públicas con enfoque étnico diferencial. Asesora de Cooperación de la Embajada de Japón.


twitter1-1@aura926



 

La Empresa de Teléfonos de Bogotá: patrimonio público contra rapacidad privada


Esta mirada retrospectiva del manejo de la ETB señala una cadena de errores estratégicos nacidos de la obsesión irracional por privatizarla. Hay opciones lógicas para que la ciudad conserve la empresa como patrimonio público, y los recursos para hacerlo están al alcance de la mano [1].  (By Jaime Castro ExAlcalde de Bogotá D.C).

Historia de disparates
La Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB) no vive su mejor momento y no hay la menor duda de que los responsables de cuidarla han perdido el norte: su accionista mayoritario - la propia administración distrital con cerca del 90 por ciento del capital social - y quienes la han dirigido y administrado en los últimos años.

  • En 1994 la ETB adquirió el 33 por ciento de la naciente Comcel, invirtiendo más de 200 millones de dólares financiados en parte con sus propios recursos y en parte con deuda. La ETB no podía quedarse por fuera de la telefonía celular.
  • En 1999, se valoró en 375 millones de dólares la participación de la ETB en Comcel, la primera empresa de telefonía celular del país y una de las más grandes de América Latina.
  • Pero la administración distrital y la Presidencia de la Empresa no valoraron el tesoro que tenían entre sus manos. Por eso se negaron a hacer las capitalizaciones decretadas por Comcel y naturalmente la participación de la ETB se fue diluyendo.
  • Para rematar, en 2002 terminaron "regalando" por 52 millones de dólares su paquete de acciones de Comcel.
Nada aconsejaba hacer esta venta. Había que permanecer en Comcel, porque las empresas de telefonía celular en Colombia ya habían logrado ventajas significativas que garantizaban su futuro, que resultó muy brillante por cierto.
De los contratos se eliminó la cláusula que las obligaba a revertir al Estado sus equipos, adquirieron el derecho a prorrogar esos contratos por 10 años más, pagando apenas el 10 por ciento de lo que les habían costado los primeros 10 años y obtuvieron la licencia que les permitió prestar servicios de larga distancia, sin tener que pasar por las redes de las empresas operadoras de dicho servicio.
 
No hay la menor duda: la ETB incurrió en graves equivocaciones estratégicas. Primero, se dejó diluir en Comcel. Luego, vendió su participación y lo hizo para fundar OLA, en la que invirtió 270 millones de dólares, operación con pérdidas monumentales que casi hunden definitivamente a la ETB.


Para salir del atolladero
En resumen, la ETB hizo un pésimo negocio: cambió el 33 por ciento que tuvo en Comcel (que hoy posee un patrimonio de 4,7 billones de pesos) por el 25 por ciento de TIGO (Colombia Móvil, patrimonio de 0,212 billones de pesos).


Esta es una de las causas, tal vez la principal, de la dramática situación que vive la ETB. Es innegable que se ha quedado rezagada en materia tecnológica, que no ocupa ningún espacio en los negocios de las modernas tecnologías de información y comunicación (TICS) y que no está en condiciones de afrontar la dura competencia del mundo en que se mueve: necesita una buena inyección de capital, alrededor de un billón y medio de pesos.

Se han formulado básicamente dos propuesta para salir del atolladero:
  • vender un paquete accionario grande y entregar el control operativo y el manejo de la empresa a quien lo compre, que se llamaría el socio estratégico,
  • o simple y llanamente, vender toda la ETB y entre más pronto mejor.
Analizo ahora estas iniciativas y exploro otras posibilidades.

Privatización disfrazada de capitalización

Se ha intentado privatizar la empresa en dos ocasiones y en ambas se ha fracasado:

  • En al año 2000, la Procuraduría ordenó que se archivara lo ejecutado en ese sentido, por razones jurídicas.
  • Recientemente, simplemente no hubo proponentes.
Lo que pretendió la ETB, en esas dos ocasiones, fue repetir lo que se había hecho con la Empresa de Energía de Bogotá (EEB). Conviene recordarlo:
  • Para empezar, se planteó la necesidad de capitalizar la EEB, no de privatizarla, lo que en realidad se hizo a la postre. Si se hubiese hablado de privatización, se habrían tenido que ofrecer las acciones en primer lugar y en condiciones más favorables al sector social, es decir, a los trabajadores y ex trabajadores y a sus organizaciones, cosa que no se quería: lo que se buscaba en realidad era entregar al capital privado, extranjero de preferencia, el control y el manejo de la Empresa de Energía y de sus filiales Codensa y Emgesa.
  • En un segundo momento, el aporte del socio estratégico en vez de ingresar a las arcas del Distrito, como lógicamente hubiera debido ocurrir, pues era éste quien vendía, entró directamente a la tesorería de las empresas que se capitalizaban.
  • En un tercer momento, el socio estratégico o inversionista, que había asumido el control operativo de las empresas resolvió que las empresas capitalizadas tenían exceso de capital, razón por la cual convenía descapitalizarlas.
El balance de lo que pasó es conocido: el socio estratégico recuperó su inversión en poco tiempo y quedó con un paquete accionario importante de valiosas empresas, que dirige y controla.
Algo parecido hubiera ocurrido en el caso de la ETB si hubiese aparecido el socio estratégico tan buscado. El pliego de condiciones de la licitación permitía a los proponentes pedir las formas de control operativo que a bien tuvieran. Antiguos funcionarios de Codensa -que fueron los cerebros de sus descapitalizaciones- asesoran hoy en día a la ETB. Aunque dicen que al perro no le cortan la cola dos veces, esa operación se la quisieron repetir al Distrito.


Otras malas decisiones
En 1998 la ETB compró una licencia de larga distancia, que le costó 150 millones de dólares. Esa inversión no se justificaba, porque el negocio de larga distancia había empezado a marchitarse ante el desarrollo imparable de la voz sobre IP (en inglés VoIP, por Voice on Internet Protocol). Esos recursos habrían sido mejor empleados en programas urgentes, como la expansión de la fibra óptica.


Pensando en hacerse más atractiva frente a un eventual inversionista estratégico, la Empresa ejecutó un masivo plan de retiro de empleados, que le costó 140.000 millones de pesos, liquidando la indemnización a que tenían derecho sus beneficiarios cuatro veces por encima de lo exigido por la ley.

Pero también retiró en forma irracional personal calificado que sí necesitaba para el desarrollo de sus actividades y que ahora ha tenido que vincular como asesores externos, mediante contratos de outsourcing.

Y encima de todas estas pésimas decisiones, la DIAN acaba de establecer que la Empresa deberá pagar a los retirados una indemnización adicional, por haber hecho retenciones indebidas.


Capitalización sin resultados
En 2003, la ETB decidió capitalizarse con recursos del sector privado. Emitió acciones que hoy representan el 11 por ciento de su capital social. Más de 60.000 bogotanos se convirtieron en nuevos socios de la Empresa y se inyectaron recursos por un valor nada despreciable: 240.000 millones de pesos.


Entre los nuevos accionistas se cuentan los seis principales fondos privados de pensiones y varios fondos de cesantías, que eligen dos de los siete miembros de la junta directiva, con derecho a veto sobre temas tan importantes como la disposición de activos, el endeudamiento, las inversiones y la designación de presidente y vicepresidente financiero de la ETB.

Esa operación financiera no se tradujo en la modernización de la compañía, en su actualización tecnológica o en su manejo empresarial. No se conocen los aportes concretos del sector privado al mejoramiento de la Empresa y a la superación de sus dificultades. Pero se sabe que inicialmente fueron los principales promotores de la búsqueda del inefable socio estratégico y últimamente de la venta de la ETB.

Considera la Junta Directiva que "a la luz de las condiciones del mercado, ETB en el mediano plazo no estará en capacidad de generar los fondos internos necesarios para acrecentar su valor futuro" y que se ha podido "establecer la pérdida de valor de la Empresa y la permanente necesidad de recursos para mantener su competitividad, pues se requiere de grandes inversiones para ofrecer los servicios que el mercado demanda".

En consecuencia, la Junta recomienda "fundadamente" que se venda ya la ETB, porque la Empresa no puede generar los recursos que financien las "grandes inversiones" que debe realizar y el Distrito tampoco puede hacer los aportes necesarios. Ni siquiera se plantea la necesidad y conveniencia de mejorarla antes, para que pueda venderse a un precio superior.
Venderla ahora, cuando sus directivos se han encargado de decirle al mercado que la empresa no tiene futuro, causaría grave detrimento patrimonial al Distrito. Llama la atención que los promotores de la venta guarden silencio sobre el destino que tendrían los recursos que la operación genere.

Se limitan a decir que con ellos se financiaría "inversión social", cuando lo que se impone es adquirir otro bien productivo o financiar proyectos como el metro. Semejante propuesta equivale a que se venda la gallina de los huevos de oro para que el Alcalde de turno se ponga sombrero de plumas.


Faltó imaginación y creatividad
Con todo respeto por la Junta Directiva, por la Presidencia de la compañía -que al parecer ha recibido como única instrucción la de vender la Empresa- por la banca de inversión y por la propia administración distrital, presente en la sesión de la Junta que decidió enajenar la ETB, debe anotarse que ha faltado imaginación y creatividad para buscar y encontrar el billón y medio de pesos que al parecer cuestan las inversiones necesarias para hacer presencia competitiva en los negocios que el mercado pide.


Ese billón y medio de pesos hay que buscarlo y encontrarlo, sin necesidad de vender la Empresa. El Distrito, que tiene la representación jurídica de la ciudad, es decir de las varias generaciones de bogotanos, que como trabajadores y suscriptores de sus servicios crearon y consolidaron la Empresa y la siguen sosteniendo, no puede tener otra prioridad económica. La Junta cree que tiene otras. Está equivocada, porque en la coyuntura actual, la prioridad económica de Bogotá debe ser la recuperación de su empresa de telecomunicaciones.

Sin ser especialista en altas finanzas corporativas, me atrevo a presentar dos opciones entre las varias que deben estudiarse para que la ETB llegue a ser una empresa de telecomunicaciones integradas. Mis sugerencias no tienen nada excepcional. Podría decirse, inclusive, que son de mero sentido común.
  • En primer lugar, puede proponerse que el Distrito capitalice los dividendos para ampliar su participación en la compañía. Aunque su valor es relativamente pequeño frente a los ingresos corrientes tributarios y no tributarios de la ciudad, entre 1999 y el 2010 la ETB giró al Distrito justamente un billón y medio de pesos por concepto de dividendos.
  • Otra fórmula viable también al alcance del Distrito, propietario del 89 por ciento de la Empresa de Energía de Bogotá, que está invirtiendo fuera del país algo más de 600 millones de dólares: ¿Si la Empresa de Energía tiene capacidad para invertir en el exterior, por qué no utiliza su músculo financiero para invertir en la ETB, capitalizándola y haciéndose socio suyo, así fuera únicamente para determinados proyectos?
Las empresas de energía en todo el mundo están migrando hacia el dinámico sector de las telecomunicaciones, debido a las sinergias entre las actividades de ambos sectores. También puede pensarse que la ETB tenga un aliado estratégico, no socio estratégico, que aporte recursos y tecnología.
Las fórmulas propuestas, o una combinación de ellas y de otras que puedan evaluarse, deben recuperar la empresa y conservarla como patrimonio público, o por lo menos ponerla en condiciones que permitan venderla por lo que realmente vale y su capacidad futura de generar valor en un gran mercado cautivo como Bogotá, si es que más tarde se decidiera enajenarla de todas maneras, para cambiarla por otro activo productivo que conserve y mejore el patrimonio público de Bogotá.


Cuidar el patrimonio de Bogotá
Es claro que las grandes ciudades y los departamentos no pueden financiarse, única y exclusivamente, con los impuestos que cobran y las participaciones que reciben de las rentas de la Nación. Deben tener otra clase de ingresos. Por eso deben tener patrimonio propio, como sus empresas de servicios públicos, cuyas utilidades o excedentes se incorporan como ingresos corrientes en sus presupuestos.


Las regiones sin presencia directa en los sectores energético y de telecomunicaciones, no tienen futuro. La fuerza de Medellín como ciudad y de Antioquia como departamento radica precisamente en que han sabido conservar y mejorar su patrimonio. Nadie en Medellín pensaría que EPM deba descapitalizarse o que se justifique buscar un inversionista privado o incluso venderse.

Lo que interesa a los paisas es ampliar el radio de acción de su empresa emblemática de servicios públicos. Por eso nada de raro tendría que EPM pronto preste algunos de sus servicios en Cali. Y cuando surge un nuevo proyecto importante, como Pescadero-Ituango que vale 3.000 millones de dólares, la inversión más grande que se ejecuta en este momento en el país, la ciudad y el departamento lo hacen suyo y lo financian, sin necesidad de buscar socio estratégico.

Los accionistas, los directivos de la ETB y la administración distrital estamos obligados a pensar en grande, con visión de futuro, sin inmediatismos, a asumir los retos de la hora, a comportarnos como lo hicieron quienes con su trabajo y las tarifas que pagaron convirtieron a la ETB en un valioso patrimonio público de la ciudad.


twitter1-1* Abogado, ex ministro de Estado, ex alcalde de Bogotá, pequeño accionista de la ETB.

@CastroAlcalde